Nuestra última oportunidad

por:
Álvaro R. Munguía Romero*

En diciembre se desarrollará un nuevo proceso electoral, si Dios quiere y el clima político no cambia de forma abrupta, como generalmente sucede. A decir verdad, Bolivia se ha convertido en el último tiempo en uno de los países más democráticos del mundo, por lo menos en apariencia, ya que solamente nos falta ir a las urnas para votar por el color de ropa interior que deberíamos usar. Empero, en este artículo no pretendo referirme a este frenesí democrático que nos ha invadido, sino a la forma cómo considero que la oposición debería prepararse para las elecciones.

En efecto, los comicios que se realizarán a fin de año son fundamentales en nuestra historia, pues serán los primeros en realizarse bajo la normativa constitucional revolucionaria e indigenista vigente, y además, porque el partido oficialista podría hegemonizar el poder de manera absoluta, con los naturales riesgos que esto implicaría. Desde luego, Evo Morales y su partido están decididos a salir victoriosos de este acto electoral. Sin embargo, habría que preguntarse, qué piensan los sectores opositores o, mejor sería decir, cómo se están preparando para contender electoralmente contra el Movimiento al Socialismo.

Lamentablemente, desde hace un par de años, la oposición y sus operadores carecen de imaginación y siguen improvisando ante las circunstancias, por supuesto, en desmedro de una gran parte de la población que no comulga con las ideas del Gobierno y necesita ser apropiadamente representada. El problema radica en que los círculos opositores al Gobierno continúan haciendo política velando por sus intereses individuales o de grupo, sin una visión real de las cosas. Y bajo esta lógica pretenden, al puro estilo de Podemos, “articular” un instrumento político de un día para otro, y crear líderes mediáticos y coyunturales que, por lo general, carecen de un discurso genuino, de convicción y sensibilidad social, y por esto mismo caen en la demagogia.

Es necesario tener presente que si Evo Morales se ha consolidado como líder nacional no es por una cuestión del azar, o por el afán de una campaña electoral. Por el contario, su liderazgo se ha solidificado durante años de trabajo cotidiano en el verdadero campo de batalla político, que no es precisamente el Parlamento, sino la calle. La oposición, y las miles de agrupaciones contestatarias al Gobierno que aspiran a un espacio en el escenario político, deben hacer lo propio y trabajar en contacto directo con la gente, además, deben unir desinteresadamente sus esfuerzos hacia un objetivo común, dejando de lado toda disputa interna o búsqueda de protagonismo individual.

Las próximas elecciones serán la última oportunidad para frenar el totalitarismo masista, y así preservar incólume nuestra democracia. Por ello, es imperioso que los actuales “líderes de oposición”, es decir, Cárdenas, Mesa, Tuto, Doria Medina, prefectos de la media luna y otras agrupaciones civiles, trabajen juntos y de forma coordinada en un único proyecto político alternativo, dejando de lado sus ambiciones personales. Y en este sentido, deben conformar un único bloque de oposición que reúna a todos los ciudadanos que repudian la irracionalidad y el autoritarismo. De otro modo, el Gobierno, para infortunio de Bolivia, seguirá fortaleciéndose hasta concretar su avieso programa comunista-indígena.

*Álvaro R. Munguía Romero
es abogado.

Comentarios