Un museo casi en ruinas

Manchas de humedad y filtraciones de agua han invadido el interior del museo de Cerámica del Complejo Arqueológico de Tiwanaku. Allí, las goteras son combatidas con baldes que se posan sobre las vitrinas donde se exponen las piezas arqueológicas. Unos pasos más allá, un hueco en el techo da la bienvenida al museo Lítico. Aquí, el monolito Bennett se muestra en penumbras. El olor de la humedad golpea al visitante al ingresar a esta sala.

La Razón constató ayer que los museos del complejo de Tiwanaku, declarado Patrimonio de la Humanidad el 2000, se encuentran descuidados. El ministro de Culturas, Pablo Groux, responsabilizó ayer de este hecho a los funcionarios de la Unidad Nacional de Arqueología (Unar), aunque reconoció que el cuidado de estos sitios es también una responsabilidad de su despacho y de la Alcaldía de esa localidad.

Sin embargo, sobre el tema de las filtraciones, aseguró que son una consecuencia de las fallas del diseño original de construcción de los museos, un proyecto que se inició hace una década y que a la fecha se encuentra detenido.

“El proyecto, como lo plantearon, no contaba con todos los elementos para estar concluido. No tenía plano de luces, distribución de drenaje en cubiertas; hubo puertas que tuvieron que ser modificadas durante la ejecución para facilitar la circulación de los visitantes. Y para ello se tuvieron que derribar muros”.

La autoridad adelantó que, debido a estas fallas, se prevé el cierre de este proyecto y la futura intervención de estos espacios museográficos, lo que implicaría su cierre temporal.

Sobre el tema, Raúl Gómez —arquitecto de la constructora RAH, que se adjudicó las obras de edificación del museo Lítico— explicó que los problemas de filtraciones y goteras en este lugar son el resultado de un proyecto mal diseñado.

“Estos techos se construyeron hace 10 años. Ese momento se advirtió que iban a haber goteras constantes, que se iban a humedecer (los techos) y que se necesitaba constante mantenimiento. Parece que no han realizado mantenimiento en los 10 años que ya tiene el museo, y las consecuencias son ésas”.

Consultado sobre el tema, el arquitecto Carlos Villagómez, quien diseñó el museo Lítico, dijo que cuando dejó el proyecto hizo una serie de recomendaciones a las autoridades y a los constructores. “Tenían que hacer trabajos de drenajes perimetrales alrededor de los museos. Hasta hoy, nunca se llevaron a cabo. Después tenían que hacer mantenimientos de cubiertas constantes, que nunca se hicieron”, señaló.

Aseguró que las distintas autoridades que pasaron por la dirección del ex Viceministerio de Culturas “distorsionaron la idea original” del diseño del museo.

Además de las filtraciones de agua y la humedad, La Razón evidenció también que los espacios museográficos se encuentran abandonados. La mayoría de los soquets del techo no tienen focos, lo que dificulta la observación de las piezas en exposición del museo de Cerámica. Los vidrios de las vitrinas que albergan las piezas están sucias y varios objetos carecen de fichas de descripción.

“No podemos limpiar las vitrinas, porque los arqueólogos de la Unar (que se retiraron del complejo en junio debido a problemas con el municipio) se llevaron las llaves y no las entregan hasta ahora”, explicó José Luis Paz, encargado del proyecto Akapana.

En el caso del monolito Bennett, única pieza en exhibición en el museo Lítico, está casi en penumbras, ya que algunos de los reflectores dejaron de funcionar.

“No podemos limpiar las vitrinas, porque los arqueólogos de la Unar se llevaron las llaves”.
JOSÉ LUIS PAZ, arqueólogo encargado del proyecto Akapana.

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