Iniesta compra el pasaje del Barza a Roma

Los azulgranas jugarán la final de la Liga de Campeones ante el Manchester, tras igualarle al Chelsea 1-1 en el descuento.
• Andrés Iniesta (der.) celebra el 1-1 del Barcelona en casa del Chelsea, en el Stamford Bridge de Londres. Le acompaña en el festejo Samuel Eto’o.
El Barza estará en la final de Roma. Iniesta compró a su equipo un billete para la ciudad eterna en el descuento —cuando los azulgranas jugaban con un hombre menos— y empató 1-1 un partido que estaba prácticamente perdido.

Hasta entonces, el Barcelona, maniatado por el juego físico del Chelsea, no había chutado ni una sola vez entre los tres palos de la portería defendida por Petr Cech.

Fue Iniesta el hombre más peligroso de los azulgranas durante todo el partido quien, en el minuto 93, recogió un pase de Messi y lanzó un tremendo zapatazo que se colocó por la escuadra y resucitó a un equipo que ya estaba muerto.

Había mucha expectativa por saber si el Chelsea se atrevería a repetir, ante su afición, el planteamiento ultradefensivo que exhibió en el Camp Nou. Y lo hizo.

Nada que reprocharle. Al Barza, si le juegas de tú a tú, te mata, y el Real Madrid pudo comprobarlo hace cuatro días en el Bernabéu.

Hiddink pareció tomar nota de ello. Volvió a renunciar al balón y conminó a su equipo a vivir agazapado atrás en busca de alguna contra letal, un balón colgado al musculoso Drogba o un rechace en segunda jugada.

Y la primera que tuvo, la enchufó. Una obús de Essien desde la frontal, que enganchó de volea un balón rebotado, a los nueve minutos de juego, que se coló por la escuadra derecha de Valdés después de pegar en el travesaño (1-0). El partido acababa de empezar y el cuadro inglés ya lo tenía justo donde quería: con el marcador a favor, el rival obligado a volcarse en ataque y un montón de espacios para sentenciar la eliminatoria.

Mientras, el Barza tocaba y tocaba, con constantes intercambios de posición de los tres de arriba —Messi, Iniesta y Eto'o—, pero obsesionado en entrar por el centro y hasta la cocina con el balón controlado, un mal endémico del equipo azulgrana que parecía olvidado.

Ni un sola vez inquietó el Barza a Cech en la primera mitad, pese a que era el único equipo que proponía juego, el que construía en lugar de destruir y el que se erigía en el dueño del esférico.

La previsible táctica de los “blues” tuvo su prolongación tras la reanudación. Los azulgranas —ayer de amarillo— pusieron más ritmo al partido, y el Chelsea aún más ímpetu en la interrupción del juego.

Con Henry lesionado, Eto'o desaparecido y Messi desactivado, el ataque azulgrana lo porfiaba todo a la inspiración de Iniesta. El colegiado Tom Henning expulsó al visitante Abidal a 25 minutos del final. Iniesta dejó mudo el Stamford Bridge con un golazo que hizo justicia y que mete al Barcelona en la final de la Liga. En Roma espera el Manchester. Barcelona (España), EFE

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